



FUNDAMENTOS GENERALES.
"INVESTIGAR LA PSICOPATOLOGIA"
Se suele decir "cuando el río suena, agua trae...". En los últimos tiempos un cierto ruido se hace escuchar respecto de algunas cuestiones anunciando un debate que no sabemos, en verdad, si promete ser de importancia.. Las cuestiones aludidas así lo ameritan, más las discusiones y las modalidades que éstas suelen tomar no las llevan demasiado lejos, más bien parecen desmoronarse antes de traspasar el umbral.
Hoy le ha tocado el turno a la "psicopatología". Sentada en el banquillo ella es tildada de positivista, caduca, inservible, cuando de las aguas del Psicoanálisis se trata. Y bien sabemos cuán pasionales somos a la hora de hacer masa con esta o estotra postura; incluso a la masa suele no importarle tanto qué se dice sino quién lo dice. Los alineamientos, los adeptos, no tardarán en llegar...A esa altura el debate habrá llegado demasiado lejos, lo que no excluye que sea, al mismo tiempo, proporcionalmente estéril.
En reuniones con otros analistas, en revistas de actualidad, en textos de reciente publicación este tema, su controversia, sea que apenas asome o se imponga, no deja de estar de algún modo presente. Es cierto que por puertas diversas se entra en este debate, pero no es la menos importante aquella que lo introduce en los términos de una cierta superación : "una clínica borromea más allá de una clínica estructural...", se puede leer en algún texto de reciente aparición.
Clínica estructural que comienza diferenciando y nombrando los grandes campos psicopatológicos: neurosis, psicosis, perversión, para luego hilar más finamente dentro de cada uno de ellos. ¿Puede prescindir la clínica psicoanalítica de estas diferenciaciones?. Leemos incluso en el interior de las argumentaciones que hilvanan aquella postura del "más allá...", la imposibilidad de no remitir, en algún momento, a los términos que nombran las distintas estructuras psicopatológicas. Más tarde o más temprano se echa mano a los mismos con el fin de seguir con su hilo argumentativo, si de hablar entorno a la clínica se trata.
Llegados a este punto, si se quiere de cierta encrucijada, elegimos el camino de preguntarnos, en todo caso, qué nombra la psicopatología cuando de la práctica del psicoanálisis se trata. No dejamos de advertir, en más de un lugar, el modo en que Lacan hacía preceder la nominación psicopatológica de un término que la relativizaba como entidad: el "...llamado melancólico", "aquellos que hemos llamado neurótico, perverso o psicótico...", etc. Lo cual nos conduce a considerar de entrada que dicha nominación no entifica, que está puesta siempre entre signos de preguntas, que su uso no implica aquel del cual sin embargo es heredera. Estos nombres, que hoy referimos a un modo particular de pensar todo cuanto refiere a la estructura, no nos hacen olvidar sin embargo que para el Psicoanálisis "no hay ciencia sino de lo singular".
Así como tampoco podemos olvidar que esta terminología es heredera del saber proveniente de la Psiquiatría. Desconocerlo, incluso no interrogarlo, no abordarlo, dejar este saber en la oscuridad, no nos conduce sino a hacer un uso empobrecido del mismo, cuando no a ignorarlo totalmente.A propósito de cierta controversia, en determinado momento de la Psiquiatría, entre la noción de herencia y la predominancia acordada a las causas morales, Paul Bercherie va a hacer cierta reflexión que, podría decirse, es muy acorde al espíritu que fue dando vida a nuestra propuesta. Dicho autor se referirá a cierto desdén con que aquellas antiguas controversias son abordadas, así dice:"Debemos retener la sonrisa condescendiente que estas primeras elaboraciones tienden a suscitar: vemos emerger aquí, por primera vez claramente, el material mismo sobre el cual se edificará la psicología dinámica y cuya dilucidación será a su vez su éxito y su dificultad. Que esas nociones emerjan en un marco conceptual anticuado, históricamente y hasta políticamente fechado, que Freud y la escuela psicoanalítica hayan debido criticarlos y desarmarlos pieza por pieza, no les impide ser una etapa del mismo camino. A quienes nos reprochasen caer en la ilusión del precursor, les contestaremos que en la historia de las ideas y de los conocimientos, ningún recorrido es "radicalmente nuevo", que todos se arraigan profundamente en el tejido mismo en el que operan a veces un "corte" y que confundir la oposición dialéctica entre una mutación conceptual y sus antecedentes inmediatos, con el surgimiento ex - nihilo de la verdad arrancada al mundo del error, es testimoniar una singular ingenuidad y una acentuada preferencia por los mitos heroicos".
Acordamos allí puntualmente: no es por generación espontánea que ha surgido el psicoanálisis y todo cuanto de éste se deriva. Nuestra práctica es psicoanalítica y es desde ella que nos proponemos interrogar el campo del saber psiquiátrico, para situar más claramente dicho "corte" y sus consecuencias en la clínica que él mismo ha instaurado. Nos preguntamos si esto nos conduciría, en la "construcción" de nuestro recorrido, a una labor historicista. No desdeñamos -muy por el contrario- lo que de historia advenga en el trazado del mismo, pero su objetivo es muy otro y otro será su derrotero. Si el análisis diacrónico se torna insoslayable, éste será convocado en los momentos precisos requeridos por aquel trazado, convirtiéndose entonces en uno de sus instrumentos, por cierto, de inestimable valor.
Hemos elegido, luego del pasaje por ciertas cuestiones que sitúen nuestro marco de trabajo y de interrogación, la melancolía como punto de partida. Abordarla desde el Psicoanálisis, incluso en sus diferentes conceptualizaciones, nos llevará a investigar ciertos puntos nucleares cuya resonancia se dejará escuchar, en sus diferencias, tanto en el campo del saber psiquiátrico, como en el discurso del psicoanálisis.
Si el tema de la culpabilidad atraviesa la melancolía, no es sin ella que, por caminos zigzagueantes, y en un ir y venir no lineal, abordaremos la problemática de la causalidad. La oposición organogénesis-psicogénesis es interior a la estructura del saber de la Psiquiatría. Situar ciertas procedencias implicadas en la emergencia del campo del Psicoanálisis no implica desconocer que aquél corte que lo instaura supone precisamente que muchas de sus cuestiones cruciales no se diriman ya en el terreno y en el interior de las oposiciones que lo precedieron: la problemática de la causalidad, por ejemplo, se sitúa por fuera de dichos términos.
Incluimos entre nuestros objetivos la articulación de fragmentos clínicos, tanto provenientes del saber de la psiquiatría, como aquellos surgidos de nuestra práctica psicoanalítica. Estamos convencidos de que toda interrogación entorno a la clínica se verá siempre enriquecida por la transmisión de los mismos.
El propósito de este programa, quizás en un sentido más amplio, es investigar la psicopatología y desde cada una de sus nominaciones interrogar aspectos claves, en el orden de la estructura, que nos permitan seguir interrogando aquel "corte" al que nos referimos, para lo cual es insoslayable recorrer e indagar el campo del saber de la Psiquiatría. Es esta para nosotros el agua que el ruido trae.
PROGRAMA GENERAL 2004
Reunión 12/6/2004
Dictante: María Cristina De Biasi.
Fundamentación de los ejes temáticos del Seminario
- Problemática de la causa
- Crítica al marco lógico-positivista
Reunión 10/7/2004
Dictante: Roberto De Paul.
1) Fluctuaciones del concepto de melancolía
2) La desazón (depresión): dimensión estructural.
3) Hemorragia, agujero: rechazo del saber.
4) Criterios freudianos de la verdad. Construcción del objeto.
Dictante: Silvia Szuman.
Síndrome de Cotard.
PRESENTACIÓN CLÍNICA a cargo de Verónica Urrutia. Discusión posterior.
Dictante: Marcelo Rapoport.
Reunión 9/10/2004: "Angustia y melancolía"
Dictante: Roberto de Paul.
1- "¿Cuándo la separación del objeto provoca angustia, cuándo duelo, y cuándo quizás sólo dolor?"- Deslindes e indicaciones.
2- Pérdida/ falta. Sus diferencias.
3- El acto de dejar caer (Niederkommen).
PRESENTACIÓN CLÍNICA a cargo de Juliana Lacour (Psicóloga residente de R.I.SA.M) yMartín Chasset (Médico residente de R.I.SA.M).
Reunión 13/11/2004: "El Psicoanálisis, clínica del duelo"
Dictante: María Cristina De Biasi.
1- Metapsicología del duelo2- Duelo patológico3- Melancolía.
PRESENTACIÓN CLÍNICA a cargo de María Judith de la Fuente Niel(Psicóloga, Concurrente del Centro de Salud Nº 24/ Rosario).
Dictante: Graciela Berraute.
1 - El padre totémico y la identificación primera.
2- Superyó y posición depresiva en la obra de Melanie Klein.
3 - La melancolía de Althousser.
TEMARIOS Y BIBLIOGRAFÍA 2004
Reunión 12/6/2004
Dictante: María Cristina De Biasi.
Fundamentación de los ejes temáticos del Seminario
- Problemática de la causa
- Crítica al marco lógico-positivista
- Introducción a la cuestión del dolor y el auto-reproche en la melancolía
Bibliografía:
-"Historia de la locura en la época clásica" - Michel Foucault.
-"Fundamentos de la clínica"- Paul Bercherie.
- 16ª, 22ª y 23ª conferencias- S. Freud.
-Manuscritos E, G. y K- S.Freud
-"Duelo y melancolía"- S.Freud
-Inhibición, síntoma y angustia". Apéndice: "Angustia, dolor y duelo"- S. Freud.
-"Acerca de la causalidad psíquica"- Lacan
-Seminario III- Lacan
-Seminario X- Lacan
-Seminario VIII- Lacan
-"Lecciones orales sobre las frenopatías" (1852)- J. Guislain
-"Del delirio de las negaciones" (1882)- J. Cotard
- "Las formas fenoménicas de la locura" (1920)- E. Kraepelin
Reunión 10/7/2004
Dictante: Roberto de Paul.
1) Fluctuaciones del concepto de melancolía.
Bibliografía:
S. Freud- "Duelo y melancolía"
Lacan- "Psicoanálisis, radiofonía y televisión"
Klibansky, Panofsky y Saxl - "Saturno y la melancolía"
2) La desazón (depresión): dimensión estructural
Bibliografía:
S. Freud- "Un caso de curación por hipnosis". Amorrortu Ed., T. I
3) Hemorragia, agujero: rechazo del saber.
Bibliografía:
S. Freud- Manuscritos E, G y K. Amorrortu Ed., T. I
4) Criterios freudianos de la verdad. Construcción del objeto.
Bibliografía:
S. Freud- "Moisés y la religión monoteísta".Amorrortu Ed., T. XXIIIS. Freud- "Construcciones en análisis". Amorrortu Ed., T XXIIIS.
Freud- Conferencia 35. Amorrortu Ed., T. XXIIIS. Freud- "La interpretación de los sueños", Capítulo 6, punto G: Sueños absurdos. Las operaciones intelectuales en el sueño. Amorrortu Ed., T. V
Reunión 14/08/2004
Dictante: Silvia Szuman.
Síndrome de Cotard
1-Breve ubicación histórica del surgimiento del "delirio de negaciones". Interlocutores:
Bibliografía:
1-Griesinger, Baillarger, J.P.Falret, en relación a la melancolía.
2-Morel (noción de degeneración) y Lasègue (delirio de persecuciones), en relación al delirio crónico
2-J. Cotard individualiza una nueva entidad clínica, el "delirio de negaciones", y su articulación a la oposición entre negación y persecusión. Comunicaciones:"Del delirio hipocondríaco en una forma grave de la melancolía ansiosa", 1880; "Del delirio de negaciones", 1882;
"Pérdida de la visión mental en la melancolía ansiosa", 1884;
"El delirio de enormidad",1888.
3-J.Séglas.
a- participación de los puntos de vista de Cotard, 1884; "Nota sobre un caso de melancolía ansiosa", 1884;
b-apartamiento progresivo, "El delirio sistemático primitivo de autoacusación", 1889.4-"Significación psicoanalítica del Síndrome de Cotard", "Estudios psicoanalíticos de las psicosis", Marcel Czermak.
-Acerca de la negación en juego: "Una especie de muerte", Conjetural 17, L.Gusmán.
-"La negación", S. Freud
-"Comentario hablado sobre la Verneinung de Freud", J. Hyppolite, "Escritos 2".
-"Introducción y respuesta a una exposición de J. Hyppolite sobre la Verneinung de Freud", J. Lacaan, "Escritos 2"
PRESENTACIÓN CLÍNICA cargo de Verónica Urrutia. Discusión posterior.
Reunión 11/09/2004
Dictante: Marcelo Rapoport
"Psicosis maníaco depresiva. Historia de la entidad. Articulaciones entorno a la estructura"
Bibliografía:
1) Consideraciones acerca de la historia de la entidad. Sistematización de la mirada psiquiátrica, siglos XIX y XX. Jean Paul Falret, Baillarger, Griesinger y Kraepelin, Bleuler y Jaspers.
2) Articulaciones entorno a la estructura desde la lectura psicoanalítica. Variantes en relación a las presentaciones sintomáticas, e invariante respecto del objeto perdido freudiano y de la noción de objeto a lacaniano. Freud, Abraham, Lacan.
Reunión 9/10/2004: "Angustia y melancolía"
Dictante: Roberto de Paul
1- "¿Cuándo la separación del objeto provoca angustia, cuándo duelo, y cuándo quizás sólo dolor?"- Deslindes e indicaciones.2- Pérdida/ falta. Sus diferencias3- El acto de dejar caer (Niederkommen)
Bibliografía:
-"Inhibición, síntoma y angustia", S. Freud
-"Conferencias de introducción al Psicoanálisis- 25 conferencia: La angustia", S. Freud
-"Nuevas conferencias de introducción al Psicoanálisis- 32 conferencia: Angustia y vida pulsional"-"Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina", S. Freud
-Seminario "La angustia", clase 16-1-1962 , J. Lacan.
PRESENTACIÓN CLÍNICAa cargo de Juliana Lacour (Psicóloga residente de R.I.SA.M) y Martín Chasset (Médico residente de R.I.SA.M).
Dictante: María Cristina De Biasi
1- Metapsicología del duelo
2- Duelo patológico
3- Melancolía
Bibliografía:
- S. Freud"Introducción del narcisismo"
-S. Freud"Duelo y melancolía"
-S.Freud"Psicología de las masas"
-S. Freud"El yo y el ello"
- S.Freud"Lo perecedero"
-S. Freud"Sinopsis de las neurosis de transferencia"
- J.Lacan"Seminario VI: El deseo y su interpretación"(clases 22 y 29 de abril)
- J. Lacan"Seminario VIII: La transferencia" (última clase)
- J. Lacan"Seminario X: La angustia" (clases 16, 23 y 30 de enero)
PRESENTACIÓN CLÍNICA a cargo de María Judith de la Fuente Niel(Psicóloga, Concurrente del Centro de Salud Nº 24/ Rosario).
Reunión - 11/12/2004: “Ambivalencia y superyó”
Dictante: Graciela Berraute
Temario:
1 - El padre totémico y la identificación primera
2 - Superyó y posición depresiva en la obra de Melanie Klein
3 - La melancolía de Althousser
Bibliografía:
S. Freud: “Totem y Tabú”, cap. 4
S. Freud: “Duelo y Melancolía”
G. Pommier: “ Louis de la nada”
G. Pommier: “Observaciones sobre la concepción lacaniana de la estructura psicótica¨”
M. Klein: “Amor, odio y reparación”
M. Klein: “Psicoanálisis del desarrollo temprano”
PROGRAMA GENERAL 2005
Reunión 9/04/2005: "Problemática del diagnóstico diferencial en un caso de psicosis"
Dictante: Silvia Szuman
Temario:
1 - Importancia del diagnóstico. El diagnóstico en psiquiatría y en psicoanálisis.
2 - ¿Cuál es la especificidad de las psicosis? Diagnóstico diferencial.
3 - Enfermedad única (Griesinger), o las distintas entidades. Presentación clínica.
Dictante: Marcelo Rapoport
Temario:
1 - La identificación al objeto perdido.
2 - La identificación narcisista.
Reunión - 11/06/2005: "Melancolía. Pasaje al acto auto y heteroagresivo. Paranoia"
Dictantes: Silvia Szuman, Marcelo Rapoport
Temario:
- Referencias psiquiátricas del concepto de pasaje al acto: Monomanía de Esquirol, Delirio de reivindicación de Sérieux y Capgras, Impulsión de Henri Ey, Contribución de Guiraud.
- Psicosis y acto: Acto y pasaje al acto, función del delirio y pasaje al acto, pasaje al acto como advertencia, a punto de acto (point d´acte),
- Inocencia y culpa: autoacusación en la melancolía, acusación en el paranoico, los casos de víctimas culpables (rasgos melancólicos en los paranoicos). Paranoia.
- La agresividad como tensión correlativa de la constitución narcisista. Accidentes y atipías.
Presentación Clínica a cargo de los participantes del Seminario:
Juliana Lacour (Psicóloga, Residente de R.I.SA.M)
Martín Chasset (Médico, Residente de R.I.SA.M)
Reunión - 02/07/2005: "Temáticas que retornan en la parcialidad de las conclusiones".
Dictantes: María Cristina De Biasi, Roberto de Paul
Temario:
- Identificación melancólica: identificación narcisista e incorporación.
- Ideal del yo y superyó.- Cesión del objeto. Saturación del objeto.
- La espera. Encuentros con el objeto.
- Indicaciones para la dirección de la cura.
- Neurosis narcisista y psicosis melancólica.
Reunión - 20/08/2005: No retornamos al mismo lugar. “La pena de Antígona es tan honda que calla”
Dictante: Prof. Mercedes Yafar
Reunión - 10/09/2005: La poética del desconsuelo en la pasión del lenguaje: Alejandra Pizarnik “¿Cómo aprender los gestos primarios de las pasiones elementales? no me consuela” (A. Pizarnik, 1972)
Dictante: Prof. Ana María Makianich
Reunión 15/10/2005: Melancolía y paranoia. Pasaje al acto.
Dictante: Silvia Szuman
Presentaciones clínicas a cargo de:
Ps. Juliana Lacour (Psicóloga-Residente RISAM)
Dra. María Verónica Stoppani (Pabellón 1 Colonia Psiquiátrica de Oliveros/ Servicio de Salud Mental Hospital Carrasco)
Reunión 12/11/2005: Sección Clínica: Trauma y Dolor
Presentaciones clínicas a cargo de los asistentes al Seminario:
Ps. Juliana Lacour (Psicóloga-Residente RISAM)
Ps. Laura Serra (Docente de la carrera de Psicología-Universidad Autónoma de Entre Ríos).
TEMARIOS Y BIBLIOGRAFÍA 2005
Reunión 9/04/2005: "Problemática del diagnóstico diferencial en un caso de psicosis"
Dictante: Silvia Szuman
Temario:
1 - Importancia del diagnóstico. El diagnóstico en psiquiatría y en psicoanálisis.
2 - ¿Cuál es la especificidad de las psicosis? Diagnóstico diferencial.
3 - Enfermedad única (Griesinger), o las distintas entidades. Presentación clínica.
Reunión - 14/05/2005: “Identificación y objeto"
Dictante: Marcelo Rapoport
Temario:
1 - La identificación al objeto perdido.
2 - La identificación narcisista.
3- El suicidio del objeto en la identificación melancólica.
Bibliografía:
Duelo y melancolía, S. Freud
Psicología de las masas y análisis del yo, S. Freud
La relación de objeto, J. Lacan
La transferencia, J. Lacan
La identificación, J. Lacan
La angustia, J. Lacan
Reunión - 11/06/2005: "Melancolía. Pasaje al acto auto y heteroagresivo. Paranoia"
Dictantes: Silvia Szuman, Marcelo Rapoport
Temario:
- Referencias psiquiátricas del concepto de pasaje al acto: Monomanía de Esquirol, Delirio de reivindicación de Sérieux y Capgras, Impulsión de Henri Ey, Contribución de Guiraud.
- Psicosis y acto: Acto y pasaje al acto, función del delirio y pasaje al acto, pasaje al acto como advertencia, a punto de acto (point d´acte),
- Inocencia y culpa: autoacusación en la melancolía, acusación en el paranoico, los casos de víctimas culpables (rasgos melancólicos en los paranoicos). Paranoia.
- La agresividad como tensión correlativa de la constitución narcisista. Accidentes y atipías
Bibliografía:
- El caso "Aimée" o la paranoia de autocastigo. (Tesis)
- Motivo del crimen paranoico: el crimen de las hermanas Papin. (Tesis)
- Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología. (Escritos, 1950)
- Aportes del psicoanálisis a la semiología psiquiátrica. 1970, Hospital Saint-Anne.
- La agresividad en psicoanálisis. Tesis IV.
Presentación Clínica a cargo de los participantes del Seminario:
Juliana Lacour (Psicóloga, Residente de R.I.SA.M)
Martín Chasset (Médico, Residente de R.I.SA.M)
Nicolás Linares (Médico, Residente de R.I.SA.M).
Reunión - 02/07/2005: "Temáticas que retornan en la parcialidad de las conclusiones".
Dictantes: María Cristina De Biasi, Roberto de Paul
Temario:
- Identificación melancólica: identificación narcisista e incorporación.
- Ideal del yo y superyó.- Cesión del objeto. Saturación del objeto.
- La espera. Encuentros con el objeto.
- Indicaciones para la dirección de la cura.
-Neurosis narcisista y psicosis melancólica.
Bibliografía: Consultar la bibliografía establecida para las reuniones anteriores.
Dictante: Prof. Mercedes Yafar
Lectura: Antígona de Sófocles.
Reunión - 10/09/2005: La poética del desconsuelo en la pasión del lenguaje: Alejandra Pizarnik.“¿Cómo aprender los gestos primarios de las pasiones elementales? no me consuela” (A. Pizarnik, 1972)
Dictante: Prof. Ana María Makianich
Está disponible en la Biblioteca del Colegio de Psicólogos el material de consulta sobre Alejandra Pizarnik.
Dictante: Silvia Szuman
Presentaciones clínicas a cargo de:
Ps. Juliana Lacour (Psicóloga-Residente RISAM)
Dra. María Verónica Stoppani (Pabellón 1 Colonia Psiquiátrica de Oliveros/ Servicio de Salud Mental Hospital Carrasco).
Presentaciones clínicas a cargo de los asistentes al Seminario:
Ps. Juliana Lacour (Psicóloga-Residente RISAM)
Ps. Laura Serra (Docente de la carrera de Psicología-Universidad Autónoma de Entre Ríos).
LECTURAS SUGERIDAS
(relativas a la clase del 13/11/2004)
(relativas a la clase del 13/11/2004)
LA OTRA. Fernando Pessoa
Amamos siempre en lo que tenemosLo que no tenemos cuando amamos.El barco para, dejo los remosY, uno a otro, las manos nos damos.¿A quien doy las manos?A la Otra.Tus besos son de miel de boca,Son los que siempre pens{e dar,Y ahora mi boca tocaLa boca que soñé besar¿De quién es la boca?De la Otra.Los remos ya cayeron en el agua,El barco hace lo que el agua quiere.Mis brazos vengan mi dolorEn el abrazo que finalmente pueden tener.¿A quién abrazo?A otraBien sé, eres bella, eres quien deseé...No deje la vida que yo deseeMás de lo que puede ser tu besoY poder ser yo el que te bese.Beso, ¿y en quién pienso?En la Otra
LOS PENSIONISTAS DE LA MEMORIA. Luigi Pirandello
¡Ah qué suerte la de ustedes! Acompañar a los muertos al cementerio y regresar a casa, tal vez con una gran tristeza en el alma y un gran vacío en el corazón, si el muerto era un ser querido; y si no, con la satisfacción de haber cumplido un deber desagradable y deseosos de disipar, volviendo a los trastornos y a los trajines de la vida, la consternación y la angustia que el pensamiento y el espectáculo de la muerte infunden. Todos, de cualquier modo, con un sentimiento de alivio, porque, aún para los parientes más íntimos el muerto -digamos la verdad- con esa gélida, inmóvil rigidez impasiblemente opuesta a todos los cuidados que le brindamos, a todo el llanto que derramamos a su alrededor, es una horrible molestia, de la que el mismo dolor -aunque dé a entender e intente embargar otra vez desesperadamente- anhela muy en el fondo liberarse.
Y ustedes se liberan, por lo menos de esa horrible molestia material, al dejar a sus muertos en el cementerio. Será una pena, será un fastidio; pero luego ven como se deshace el velatorio; cómo cae el féretro en la fosa; y adiós. Todo ha terminado.
¿Les parece poca suerte?
A mí, todos los muertos que acompaño al cementerio vuelven a buscarme. Atrás, atrás. Dentro de la casa fingen estar muertos. O quizás están realmente muertos para ellos. Pero no para mí, ¡les ruego que me crean! Cuando para ustedes todo ha terminado, para mí no ha terminado nada. Se vienen todos a mi casa. Tengo la casa llena. ¿Ustedes creen en los muertos? Pero, ¡Qué muertos! Están todos vivos. Vivos como yo, como ustedes, más que antes.
Solo que -eso sí- están desilusionados.
Porque, reflexionen bien: ¿qué puede haber muerto de ellos?. Esa realidad que ellos le dieron, y no siempre del mismo modo, a sí mismos, a la vida. Oh, una realidad muy relativa, les ruego que lo crean. No era la de ustedes; no era la mía. Yo y ustedes, en efecto, vemos, sentimos y pensamos, cada cual a su modo, a nosotros mismos y a la vida. Lo que quiere decir que a nosotros mismos y a la vida le damos, cada cual a su modo, una realidad: la proyectamos afuera y creemos que, así como es nuestra, debe ser de todos: y alegremente vivimos en medio de ella, y caminamos seguros, bastón en mano, cigarro en boca.
Ah, señores míos, ¡no confíen demasiado! ¡Basta apenas un soplo para llevarse a nuestra susodicha realidad! ¿Pero no ven que les cambia continuamente?. Cambia, en cuanto empiezan a ver, a sentir, a pensar un poquitín diferente que poco antes; de modo que todo lo que poco antes era para ustedes la realidad, ahora comprenden que, en cambio, era una ilusión. Pero incluso, ay de mí, ¿hay acaso otra realidad fuera de esta ilusión? ¿y qué es la muerte sino la desilusión total?. Pero, hete aquí que si los muertos son un montón de pobres desilusionados por la ilusión que se hicieron de sí mismos y de la vida; por la ilusión que yo me hago todavía pueden tener el consuelo de vivir siempre mientras yo viva. ¡Y se aprovechan!. Les aseguro que se aprovechan.
Miren. Hace más de veinte años conocí en Bonn, sobre el Rin, a un cierto señor Herbst quiere decir otoño; pero el señor Herbst era también durante el invierno, la primavera y el verano, sombrerero y tenía su tienda en una esquina de la plaza del mercado, junto a la Beethoven-Halle.
Por la noche veo ese rincón de la plaza como si todavía estuviera allí, respiro los olores mixtos que exhalaban los negocios iluminados, olores grasos; y veo las luces encendidas delante de la vidriera del señor Herbst, que está en el umbral de su negocio con las piernas abiertas y las manos en los bolsillos. Me vé pasar, inclina la cabeza y me augura, con la especial cantinela del dialecto renano:
-¡Gute Nacht, Herr Doktor!
Han pasado más de veinte años. Por lo menos el señor Herbst tenía entonces cincuenta y ocho años. Y bien, tal vez esté muerto ahora. Pero habrá muerto para sí, no para mí, les ruego que me crean. Y es inútil, realmente inútil que me digan que estuvieron hace poco en Bonn sobre el Rin y que en la esquina de la Marktplatz junto a la
Beethoven-Halle no encontraron trazas ni del señor Herbst ni de su tienda de sombreros. ¿Qué encontraron en cambio? Otra realidad ¿Verdad? ¿Y creen que esa realidad es más verdadera que la que dejé hace veinte años? Vuelva a pasar, querido señor, de aquí a veinte años y verá qué quedará de lo que usted mismo dejó.
¿Qué realidad? pero, ¿Creen quizá que la mía de hace veinte años, con el señor Herbst sobre el umbral de su tienda, las piernas abiertas y las manos en los bolsillos, es la misma que tenía de sí y de su tienda y de la plaza del mercado él, el señor Herbst?
¡Pero quien sabe como se veía a sí mismo, a su tienda y a esa plaza el señor Herbst!
No, no, queridos señores: aquella era una realidad mía, unicamente mía, que no puede cambiar ni morir mientras yo viva y que podrá también vivir eternamente, si yo tengo la capacidad de eternizarla en alguna página o, por lo menos, durante otros cien millones de años, según los cálculos que acaban de hacer en América sobre la duración de la tierra.
Ahora, si el señor Herbst ha muerto es algo para mí tan lejano como los tantos muertos que voy a acompañar al cementerio y que se van también, por su cuenta, mucho más lejos, quién sabe adónde. Su realidad se ha desvanecido; ¿Pero cuál? la que ellos se daban a sí mismos. ¿Y qué podía saber yo de su realidad? ¿Qué saben ustedes? Yo sé la que les daba por mi cuenta. Ilusión, tanto la mía como la de ellos.
Pero si ellos, pobres muertos, se desilusionaron por completo de sí mismos, mi ilusión todavía vive y es tan fuerte que yo, repito, luego de haberlos acompañados al cementerio, los veo regresar, a todos, tal como eran: despacito, fuera del ataúd, junto a mí.
- Pero, ¿Por qué -ustedes dirán- no regresan a sus casas en vez de ir a la mía?
¡Qué bien! porque no tienen una realidad para sí que les permitan ir adonde se les dá la gana. La realidad ya no es para ellos. Y como ahora la tienen por mí, forzosamente tienen que venir a mi casa.
Pobres pensionistas de la memoria, su desilusión me aflije indeciblemente.
Al principio, es decir, apenas terminada la última representación (quiero decir, luego del cortejo fúnebre), cuando salen del féretro para regresar conmigo a pie del cementerio, tienen cierta gallarda vivacidad desdeñosa, como de quien se ha sacudido con poco honor, es cierto, y a costa de perderlo todo, un gran peso de encima. De todos modos, aunque quedaron en las peores condiciones, quieren respirar. ¡Ah sí!, por lo menos un buen respiro de alivio. Tantas horas allí, inmóviles, empaladados sobre una cama, haciéndose los muertos... Quieren desentumecerse: giran y vuelven a girar el cuellos, levantan ya un hombro, ya el otro, estiran, tuercen, sacuden los brazos; quieren mover las piernas expeditamente y también me dejan algunos pasos atrás. Pero tampoco pueden alejarse mucho. Saben perfectamente que están ligados a mí, que ahora sólo en mí tendrán su realidad, o ilusión de vida, que es realmente lo mismo.
Otros -parientes, algún amigo- lloran, los lamentan, recuerdan este o aquel pasaje, sufren por su pérdida; pero ese llanto, ese lamento, ese recuerdo, ese sufrimiento son para una realidad que fue, que ellos creen desvanecida con el muerto, porque nunca reflexionaron sobre el valor de esa realidad.
Todo es para ellos estar o no estar en un cuerpo.
Para consolarse les bastaría creer que este cuerpo ya no está, no porque esté bajo tierra, sino porque ha partido de viaje y quién sabe cuándo regresará.
Vamos, dejen todo como estaba: la habitación lista para su retorno, el lecho preparado, con el cubrecama un poco abierto y el camisón extendido, la candela y la caja de cerillas sobre la cómoda, las pantuflas delante del sillón, al pie de la cama.
-Partió. Regresará.
Bastaría con esto. Los consolaría. ¿Por qué? Porque ustedes dan una realidad en sí a ese cuerpo, que en cambio, en sí no tiene ninguna. Tan así es que -muerto- se disgrega, se desvanece.
- Ah, claro -exclaman ustedes ahora-. ¡muerto! Tú dices que, muerto, se disgrega; ¿pero cuando estaba vivo? ¡Tenía una realidad!
Queridos míos, ¿volvemos a empezar? Pero sí, esa realidad que él se daba y que ustedes le daban. ¿Y no probamos que era una ilusión? La realidad que él se daba ustedes no la conocen, no pueden conocerla porque estaba fuera de ustedes; ustedes saben la que ustedes le daban. ¿Y no podemos dársela todavía sin ver el cuerpo? ¡Pero sí!, tan cierto es que se consolarían de inmediato si pudieran creer que ha partido de viaje. ¿Dicen que no? ¿Y no siguieron dándosela tantas veces, sabiendo que realmente había salido de viaje? ¿y no es tal vez la misma que yo desde lejos le doy al señor Herbst, que no sé si está vivo o muerto?
¡Vamos, vamos!, ¿saben por qué lloran, en cambio? Por otra razón lloran, queridos míos, que no suponen ni remotamente. Ustedes lloran porque el muerto, él, ya no puede darles a ustedes una realidad. Les dan miedo sus ojos cerrados, que ya no los pueden ver; esas manos gélidas que ya no los pueden tocar. No pueden darse paz por su absoluta insensibilidad. Precisamente porque él, el muerto, nos los siente mas. Lo que significa que con él cayó, para la ilusión de ustedes, un sostén, un alivio: la reciprocidad de la ilusión.
Cuando él salía de viaje, ustedes, su mujer, decían:
-Si él desde lejos me piensa, yo estoy viva para él.
Y esto los sostenía y los confortaba. Ahora que ha muerto ya no dicen:
-¡Yo ya no estoy viva para él!
Dicen en cambio:
-El ya no está vivo para mí.
¡Pero claro que él está vivo para ustedes! Vivo en la medida en que puede estar vivo, es decir, por esa parte de realidad que le dieron. La verdad es que ustedes siempre le dieron una realidad muy lábil, una realidad toda hecha por ustedes, por la ilusión de sus vidas y nada o muy poco por la de él.
Por eso los muertos vienen conmigo ahora. Y conmigo -pobres pensionistas de la memoria- amargamente razonan sobre las vanas ilusiones de la vida, de las que se han desilusionado por completo, de las que yo todavía no puedo desilusionarme del todo, aunque como ellos las reconozca vanas.
Amamos siempre en lo que tenemosLo que no tenemos cuando amamos.El barco para, dejo los remosY, uno a otro, las manos nos damos.¿A quien doy las manos?A la Otra.Tus besos son de miel de boca,Son los que siempre pens{e dar,Y ahora mi boca tocaLa boca que soñé besar¿De quién es la boca?De la Otra.Los remos ya cayeron en el agua,El barco hace lo que el agua quiere.Mis brazos vengan mi dolorEn el abrazo que finalmente pueden tener.¿A quién abrazo?A otraBien sé, eres bella, eres quien deseé...No deje la vida que yo deseeMás de lo que puede ser tu besoY poder ser yo el que te bese.Beso, ¿y en quién pienso?En la Otra
LOS PENSIONISTAS DE LA MEMORIA. Luigi Pirandello
¡Ah qué suerte la de ustedes! Acompañar a los muertos al cementerio y regresar a casa, tal vez con una gran tristeza en el alma y un gran vacío en el corazón, si el muerto era un ser querido; y si no, con la satisfacción de haber cumplido un deber desagradable y deseosos de disipar, volviendo a los trastornos y a los trajines de la vida, la consternación y la angustia que el pensamiento y el espectáculo de la muerte infunden. Todos, de cualquier modo, con un sentimiento de alivio, porque, aún para los parientes más íntimos el muerto -digamos la verdad- con esa gélida, inmóvil rigidez impasiblemente opuesta a todos los cuidados que le brindamos, a todo el llanto que derramamos a su alrededor, es una horrible molestia, de la que el mismo dolor -aunque dé a entender e intente embargar otra vez desesperadamente- anhela muy en el fondo liberarse.
Y ustedes se liberan, por lo menos de esa horrible molestia material, al dejar a sus muertos en el cementerio. Será una pena, será un fastidio; pero luego ven como se deshace el velatorio; cómo cae el féretro en la fosa; y adiós. Todo ha terminado.
¿Les parece poca suerte?
A mí, todos los muertos que acompaño al cementerio vuelven a buscarme. Atrás, atrás. Dentro de la casa fingen estar muertos. O quizás están realmente muertos para ellos. Pero no para mí, ¡les ruego que me crean! Cuando para ustedes todo ha terminado, para mí no ha terminado nada. Se vienen todos a mi casa. Tengo la casa llena. ¿Ustedes creen en los muertos? Pero, ¡Qué muertos! Están todos vivos. Vivos como yo, como ustedes, más que antes.
Solo que -eso sí- están desilusionados.
Porque, reflexionen bien: ¿qué puede haber muerto de ellos?. Esa realidad que ellos le dieron, y no siempre del mismo modo, a sí mismos, a la vida. Oh, una realidad muy relativa, les ruego que lo crean. No era la de ustedes; no era la mía. Yo y ustedes, en efecto, vemos, sentimos y pensamos, cada cual a su modo, a nosotros mismos y a la vida. Lo que quiere decir que a nosotros mismos y a la vida le damos, cada cual a su modo, una realidad: la proyectamos afuera y creemos que, así como es nuestra, debe ser de todos: y alegremente vivimos en medio de ella, y caminamos seguros, bastón en mano, cigarro en boca.
Ah, señores míos, ¡no confíen demasiado! ¡Basta apenas un soplo para llevarse a nuestra susodicha realidad! ¿Pero no ven que les cambia continuamente?. Cambia, en cuanto empiezan a ver, a sentir, a pensar un poquitín diferente que poco antes; de modo que todo lo que poco antes era para ustedes la realidad, ahora comprenden que, en cambio, era una ilusión. Pero incluso, ay de mí, ¿hay acaso otra realidad fuera de esta ilusión? ¿y qué es la muerte sino la desilusión total?. Pero, hete aquí que si los muertos son un montón de pobres desilusionados por la ilusión que se hicieron de sí mismos y de la vida; por la ilusión que yo me hago todavía pueden tener el consuelo de vivir siempre mientras yo viva. ¡Y se aprovechan!. Les aseguro que se aprovechan.
Miren. Hace más de veinte años conocí en Bonn, sobre el Rin, a un cierto señor Herbst quiere decir otoño; pero el señor Herbst era también durante el invierno, la primavera y el verano, sombrerero y tenía su tienda en una esquina de la plaza del mercado, junto a la Beethoven-Halle.
Por la noche veo ese rincón de la plaza como si todavía estuviera allí, respiro los olores mixtos que exhalaban los negocios iluminados, olores grasos; y veo las luces encendidas delante de la vidriera del señor Herbst, que está en el umbral de su negocio con las piernas abiertas y las manos en los bolsillos. Me vé pasar, inclina la cabeza y me augura, con la especial cantinela del dialecto renano:
-¡Gute Nacht, Herr Doktor!
Han pasado más de veinte años. Por lo menos el señor Herbst tenía entonces cincuenta y ocho años. Y bien, tal vez esté muerto ahora. Pero habrá muerto para sí, no para mí, les ruego que me crean. Y es inútil, realmente inútil que me digan que estuvieron hace poco en Bonn sobre el Rin y que en la esquina de la Marktplatz junto a la
Beethoven-Halle no encontraron trazas ni del señor Herbst ni de su tienda de sombreros. ¿Qué encontraron en cambio? Otra realidad ¿Verdad? ¿Y creen que esa realidad es más verdadera que la que dejé hace veinte años? Vuelva a pasar, querido señor, de aquí a veinte años y verá qué quedará de lo que usted mismo dejó.
¿Qué realidad? pero, ¿Creen quizá que la mía de hace veinte años, con el señor Herbst sobre el umbral de su tienda, las piernas abiertas y las manos en los bolsillos, es la misma que tenía de sí y de su tienda y de la plaza del mercado él, el señor Herbst?
¡Pero quien sabe como se veía a sí mismo, a su tienda y a esa plaza el señor Herbst!
No, no, queridos señores: aquella era una realidad mía, unicamente mía, que no puede cambiar ni morir mientras yo viva y que podrá también vivir eternamente, si yo tengo la capacidad de eternizarla en alguna página o, por lo menos, durante otros cien millones de años, según los cálculos que acaban de hacer en América sobre la duración de la tierra.
Ahora, si el señor Herbst ha muerto es algo para mí tan lejano como los tantos muertos que voy a acompañar al cementerio y que se van también, por su cuenta, mucho más lejos, quién sabe adónde. Su realidad se ha desvanecido; ¿Pero cuál? la que ellos se daban a sí mismos. ¿Y qué podía saber yo de su realidad? ¿Qué saben ustedes? Yo sé la que les daba por mi cuenta. Ilusión, tanto la mía como la de ellos.
Pero si ellos, pobres muertos, se desilusionaron por completo de sí mismos, mi ilusión todavía vive y es tan fuerte que yo, repito, luego de haberlos acompañados al cementerio, los veo regresar, a todos, tal como eran: despacito, fuera del ataúd, junto a mí.
- Pero, ¿Por qué -ustedes dirán- no regresan a sus casas en vez de ir a la mía?
¡Qué bien! porque no tienen una realidad para sí que les permitan ir adonde se les dá la gana. La realidad ya no es para ellos. Y como ahora la tienen por mí, forzosamente tienen que venir a mi casa.
Pobres pensionistas de la memoria, su desilusión me aflije indeciblemente.
Al principio, es decir, apenas terminada la última representación (quiero decir, luego del cortejo fúnebre), cuando salen del féretro para regresar conmigo a pie del cementerio, tienen cierta gallarda vivacidad desdeñosa, como de quien se ha sacudido con poco honor, es cierto, y a costa de perderlo todo, un gran peso de encima. De todos modos, aunque quedaron en las peores condiciones, quieren respirar. ¡Ah sí!, por lo menos un buen respiro de alivio. Tantas horas allí, inmóviles, empaladados sobre una cama, haciéndose los muertos... Quieren desentumecerse: giran y vuelven a girar el cuellos, levantan ya un hombro, ya el otro, estiran, tuercen, sacuden los brazos; quieren mover las piernas expeditamente y también me dejan algunos pasos atrás. Pero tampoco pueden alejarse mucho. Saben perfectamente que están ligados a mí, que ahora sólo en mí tendrán su realidad, o ilusión de vida, que es realmente lo mismo.
Otros -parientes, algún amigo- lloran, los lamentan, recuerdan este o aquel pasaje, sufren por su pérdida; pero ese llanto, ese lamento, ese recuerdo, ese sufrimiento son para una realidad que fue, que ellos creen desvanecida con el muerto, porque nunca reflexionaron sobre el valor de esa realidad.
Todo es para ellos estar o no estar en un cuerpo.
Para consolarse les bastaría creer que este cuerpo ya no está, no porque esté bajo tierra, sino porque ha partido de viaje y quién sabe cuándo regresará.
Vamos, dejen todo como estaba: la habitación lista para su retorno, el lecho preparado, con el cubrecama un poco abierto y el camisón extendido, la candela y la caja de cerillas sobre la cómoda, las pantuflas delante del sillón, al pie de la cama.
-Partió. Regresará.
Bastaría con esto. Los consolaría. ¿Por qué? Porque ustedes dan una realidad en sí a ese cuerpo, que en cambio, en sí no tiene ninguna. Tan así es que -muerto- se disgrega, se desvanece.
- Ah, claro -exclaman ustedes ahora-. ¡muerto! Tú dices que, muerto, se disgrega; ¿pero cuando estaba vivo? ¡Tenía una realidad!
Queridos míos, ¿volvemos a empezar? Pero sí, esa realidad que él se daba y que ustedes le daban. ¿Y no probamos que era una ilusión? La realidad que él se daba ustedes no la conocen, no pueden conocerla porque estaba fuera de ustedes; ustedes saben la que ustedes le daban. ¿Y no podemos dársela todavía sin ver el cuerpo? ¡Pero sí!, tan cierto es que se consolarían de inmediato si pudieran creer que ha partido de viaje. ¿Dicen que no? ¿Y no siguieron dándosela tantas veces, sabiendo que realmente había salido de viaje? ¿y no es tal vez la misma que yo desde lejos le doy al señor Herbst, que no sé si está vivo o muerto?
¡Vamos, vamos!, ¿saben por qué lloran, en cambio? Por otra razón lloran, queridos míos, que no suponen ni remotamente. Ustedes lloran porque el muerto, él, ya no puede darles a ustedes una realidad. Les dan miedo sus ojos cerrados, que ya no los pueden ver; esas manos gélidas que ya no los pueden tocar. No pueden darse paz por su absoluta insensibilidad. Precisamente porque él, el muerto, nos los siente mas. Lo que significa que con él cayó, para la ilusión de ustedes, un sostén, un alivio: la reciprocidad de la ilusión.
Cuando él salía de viaje, ustedes, su mujer, decían:
-Si él desde lejos me piensa, yo estoy viva para él.
Y esto los sostenía y los confortaba. Ahora que ha muerto ya no dicen:
-¡Yo ya no estoy viva para él!
Dicen en cambio:
-El ya no está vivo para mí.
¡Pero claro que él está vivo para ustedes! Vivo en la medida en que puede estar vivo, es decir, por esa parte de realidad que le dieron. La verdad es que ustedes siempre le dieron una realidad muy lábil, una realidad toda hecha por ustedes, por la ilusión de sus vidas y nada o muy poco por la de él.
Por eso los muertos vienen conmigo ahora. Y conmigo -pobres pensionistas de la memoria- amargamente razonan sobre las vanas ilusiones de la vida, de las que se han desilusionado por completo, de las que yo todavía no puedo desilusionarme del todo, aunque como ellos las reconozca vanas.
Actividad aprobada por la Comisión de Evaluación de Programas de Formación del Colegio de Psicólogos, de la 2da. Circ. (Pcia. de Sta. Fe)
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